Y, Dónde te agarró el temblor?


(Lic. Karla Mariel Araiza)
¿Y dónde te agarró el temblor?…

A tres días de la fuerte sacudida sísmica que sorprendió a quienes vivimos, o por lo menos tratamos de vivir, en la ciudad de México, la pregunta sigue latente. Y es que no es fácil cargar con el temor de que en cualquier momento puede presentarse un movimiento de la magnitud del sismo de 1985. Los capitalinos (y los que no somos, pero hacemos como que somos) hemos aprendido a “vivir” con ello.

Sin embargo, al menor movimiento terrestre la angustia aparece de nuevo. Rostros de miedo y pánico vuelven a verse cada vez que te mueven el piso, el techo y las paredes y ves el bamboleo de lámparas, cortinas, persianas o de cualquier objeto colgante (visible).

Un temblor no es cualquier cosa. Lo saben quienes vivieron el fatídico 19 de septiembre del 85, los que entonces perdieron a alguno o algunos de sus seres queridos. Lo saben y lo sufren.

Los movimientos telúricos que la madrugada del viernes sacudieron, literalmente, a la ciudad de México y la región sur del país -como los estados de Morelos y Guerrero, donde se registró el epicentro-, despertaron a buena parte de los defeños. Al momento de escuchar la alerta sísmica se sabe que se aproxima un sismo de más de cinco grados en la escala de Richter y eso no es poca cosa, sobre todo cuando se vive en la zona más afectada por los temblores del 85, como lo fue la colonia Roma.

Afortunadamente la alerta sísmica cumplió su objetivo pues a muchos dio tiempo de salir de sus edificios para tratar de asegurarse en lugares abiertos y aunque no aminora el temor de lo incierto e inevitable, de algo sirvió la advertencia.

Y de nuevo vuelve a la mente de los capitalinos el 85. Es tema de conversación obligado en los días siguientes. Y observas a tu alrededor los edificios. Cientos de ellos restaurados a fondo y otros sólo maquillados, principalmente en las colonias Condesa, Roma, Juárez y Centro, las más dañadas en septiembre de hace 21 años.

Un temblor no es cualquier cosa. Por eso, el gobierno de Marcelo Ebrard debería tomar en serio la advertencia sísmica y realizar una inspección exhaustiva de los inmuebles de la zona centro, por lo menos, y exigir, en su caso, la demolición de los que tienen daños estructurales importantes. Es cuestión de sentido común. Muchos edificios de la Roma, por ejemplo, no aguantarían una sacudidita trepidatoria con la misma intensidad y tiempo que registró la del viernes, aunque, por fortuna, ésa fue oscilatoria.

Ana Lucía Hill a Protección Civil…

Y ya que andamos en el tema de crisis, desastres, temores y pánicos colectivos, es justo destacar el reciente nombramiento de la sonorense Ana Lucía Hill Mayoral como Directora General de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación.

La hermosillense sabe de qué se trata. La avalan sus estudios de postgrado en la Universidad George Washington. Además, el cargo no fue de a gratis. Presentó y aprobó cada una de las etapas de selección impuestas en la convocatoria publicada en Internet por la Segob para ocupar la vacante. Y ganó.

Hill Mayoral es experta en el manejo de crisis y riesgos. Enhorabuena.

Otras para la Real Academia

Palabras más, palabras menos, dice una canción de Andrés Calamaro. Así está la Real Academia de la Lengua Española. Un día nos aumentan palabras y otro día nos las quitan.

Para compensar la eliminación de algunos vocablos del diccionario de la RAE, se propone la inclusión de los siguientes: “pacabarla” (de chingar, sería el complemento); “tabien” (aprobación); posí (pues si); ponó (pues no); paqué (para qué); yastás (ya estás, copiada al Carlos Sánchez); orapues (ahora pues, aportación de Amalia Escobar, aunque Beatriz Adriana lo dijo primero).

Bueno, pues ahí se las dejo, para que hagan sus sugerencias y con ellas engrosar el diccionario de la lengua real. ¿Qué no?... ¿o sería “quenó”?

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