Que nadie es profeta en su tierra...



Pero de creyente empedernido, ahora es Obispo en Ensenada.
Sigifredo Noriega Barceló

--Y en Guaymas se respiran mejores aires”
…que “los demonios ya no andan sueltos” -
Obispo, Sigifredo NoriegaBarceló

Mientras 60 presbíteros de los más de 120 que corresponden a la Diócesis de Obregón participaban en la clausura de un retiro espiritual de esos que incentivan la renovación del ejercicio pastoral, teniendo como expositor de la temática del mencionado proceso, al Obispo Don Juan Manuel Mancillas Sánchez; su Vicario el sacerdote sonorense, nativo del municipio de Granados, Sigifredo Noriega Barceló, era designado como primer Obispo de la naciente Diócesis con sede en Ensenada B.C, por el papa Benedicto XVI.
Está de júbilo, pues, la diócesis de Cajeme y el pueblo de Sonora porque uno de sus hijos ha sido convertido en pastor de la nueva Diócesis de Ensenada, sin duda en reconocimiento y como una prueba más para quien se ha declarado ser “un hombre de pueblo”, orgulloso de ello, como también de su inmensa fe en Jesucristo
y en la iglesia católica.
Vale mencionar que la mayor parte de su trayectoria sacerdotal y de perseverante labor pastoral estuvo al auspicio y dirección del Obispo emérito Don Vicente Garcia Bernal, que hoy es partícipe también del logro diocesano de Ciudad Obregón.
Servir al pueblo y, a su nueva responsabilidad es lo que le espera al ungido Obispo, que además de otras muchas actividades se desempeñaba como Vicario de la Diócesis de Obregón con el Obispo Juan Manuel Mancillas.
Otros 60 sacerdotes continuarán con el servicio de retiro espiritual, que estará a cargo del Arzobispo Carlos Quintero Arce, durante la próxima semana.

EN GUAYMAS…se respira un mejor ambiente..

Etapas de cambios, también de renovación en cuanto al ejercicio de la administración pública que lidera Antonio Astiazarán Gutiérrez, y donde las obras han ido sumándose para beneficio de los porteños que han venido aclamando mejores tiempos de fronda..
No en la magnitud que se requiere, pero hay que reconocer que las obras de pavimentación, de servicios que han sido un constante reclamo y que administraciones pasadas no alcanzaron a concretar precisamente por que son tantas las demandas y los rezagos acumulados, que lo hecho, apenas se nota y, las más de las veces el reconocimiento de las mismas se pierde entre el mar de confrontaciones que son el más severo desgaste de la propia comunidad.
Una comunidad que hay que decirlo, no ha vivido en paz en la más reciente década porque es más fácil irse a “la cargada” de la insidia, de las confrontaciones, de “los amarres” y todos esos amajuges que surgen naturalitos cuando los ánimos andan cargados de malas vibras que fomentan las conductas negativas.
De Guaymas - dentro y fuera de la frontera sonorense – se ha dicho lo peor incrementando su mala fama que por consiguiente, ha venido a contribuir con el deterioro de la sociedad misma. “Un Guaymas contaminado” en todos los órdenes, es lo menos que hemos escuchando en estos más de diez años de zigzagueantes cambios de poderes.

Pero la contaminación más grave que hemos percibido es en materia social, en la pérdida de valores; de familias ajenas a la solidaridad; de fuertes cargas de egoísmo de parte de otras que sin mayor pena han contribuido a ese deterioro de una población que paulatinamente se había ido alejando del valor del arraigo, del cariño hacia su origen, del orgullo ciudadano de quienes debieran estar rebosantes de civilidad por el enorme e invaluable peso de la historia que ha dado vida a este puerto de Guaymas, que bien puede y, tiene con que, ser la envidia en comparación con otros.
El egoísmo en el plano político, en el terreno social, cuando reflejan las divisiones de los grupos en una comunidad que pierde mas con la desunión; en aquellos que buscan estar al frente de las organizaciones de los distintos ámbitos, pero que egoístamente optan por no hacer las cosas con tal de “fregar” al contrario, todo ello, ha ido minando la calidad del ciudadano porque hasta eso, también egoístamente son mas dados a las descalificaciones y en la misma manera, a “distinguir” casi con categoría, los que son de “primer” nivel, de “segunda” y de “tercera”.
Sería interminable traer a cuento la desencadenada apología del desastre que se les ha endilgado a los guaymenses en el contexto general, porque en cortito, lo menos que se dicen entre unos y otros que, “Guaymas está jodido”. Y, yo, difiero de esa corta visión.

Estoy en desacuerdo cuando por el afán de minimizar lo logrado - antes y ahora - porque aunque poco, hay que admitir que los del pasado hicieron su esfuerzo y rastros quedan de las obras encausadas y de proyectos iniciados. Pero no me perderé en el recuento del ayer.
Prefiero guiarlos por los caminos que se están despejando en este pueblo golpeado, que en vez de seguirle echando “sal a la herida”, busca sanarlas, levantarse, caminar y agarrarse de la mano de quien trae la mayor fuerza para encausar los pasos por una brecha de luz que empiezan a vislumbrar en las obras que, a cuenta gotas o, paulatinamente vienen llegando al puerto de la mano de los gobiernos estatal y federal.

Sería una necedad el pretender continuar diciendo que “seguimos igual” o que estamos estancados en los anuncios progresistas, o que la ciudadanía sigue en el mismo tono cultivando el negativismo porque no tiene otras razones ni motivos para renovarse.
El alcalde Antonio Astiazarán, su esposa Paty los esposos Astiazarán Gutiérrez
acompañando al Obispo Don Juan Manuel Mancillas, durante su visita No. 23 al puerto de Guaymas.

Por eso es ilustrativo el periodismo ciudadano, el trabajo urbano con aquel lider de barrio, con “el peluquero” que trasquila menos, pero que sigue siendo portavoz de la vox populi, como el del abarrotes que siempre está mas informado del sentir y las reacciones de la diversidad de clientela; de los pescadores que no entierran sus sueños y, cotidianamente reanudan el paseo físico y mental, de los tiempos idos, de todos aquellos de edad y experiencia acumulada que no unicamente calientan las bancas alrededor del kiosco, sino que también conservan el calor de sus remembranzas en los capítulos históricos y de aquellos que han puesto en alto el nombre de su Guaymas querido.
De ellos, retomé sus opiniones que serán parte de un capítulo posterior que quizás tengan la oportunidad de corroborarlo algún día.
Ni las versiones de “El Chuyín”, Don Jesús, de Alberto Barajas ni de Fortunato que dieron rienda suelta para recordar las vicisitudes de la mas reciente década en la que han desfilado diversas siglas y personajes en la esfera municipal del poder, podría desecharlas por el egoísmo que he venido cuestionando como el principal elemento que alimenta todo ese negativismo que tanto nos afecta como comunidad.
No habrá tal egoísmo de mi parte, porque desde ahora su voz serán frases acuñadas de esa sabiduría del pueblo que ahora afirma “se respiran mejores aires”, “que vamos lentos, pero caminando y eso ya es ganancia”; que finalmente les están moviendo el timón -a favor- a la desvencijada barca de Guaymas”, que al parecer “están sacando el maleficio” que les dejó el “mal humor del carnaval de Guaymas”.
Que tanta razón tendrán las frases y el albur que en el manejo irónico y coloquial manifiesta la gente del pueblo?. El tiempo nos dará la respuesta, pero mientras mis personajes entrevistados me dejaron un grato sabor de charla de esas enriquecedoras y que para cerrar con broche de oro; me dieron “la nota” y el tema que esbozo apenas, para concluir la primera parte, contextualizando el mensaje a manera de encargo..” “Usted que anda tan cerca del Obispo, dígale que siga viniendo a Guaymas, para que salgan los “chamucos” y el maleficio que le dejaron al Puerto con los demonios desatados”. “Yo creo que algo bueno nos está dejando,,porque se sienten mejores vibras”.
Y..de paso “apúrele al Toñito para que siga el mismo caminito, porque apenas nos empieza a hacer justicia la revolución” Hay van..hay la llevan..sentenciaron.
Yo cumplo con trasmitir lo dicho, pero al mismo tiempo me di la oportunidad del recuento de las visitas del Obispo Juan Manuel Mancillas al puerto de Guaymas, histórico y sin precedentes porque ha venido al puerto en 23 ocasiones en este primer año que acaba de cumplir al frente de la Diócesis de Obregón. Igual ha visitado los municipios serranos y el sur del estado.
Con su liderazgo pastoral ha participado y fomentado la convivencia en la comunidad de Guaymas.
En cuanto al alcalde Antonio Astiazarán, sería ocioso no admitir que está guiando la administración con un sentido de mayor comunión y participación con la sociedad civil en un trabajo que va de la mano con quien conduce la asistencia social tanto en la zona rural y urbana.
Sin duda, la comunión es el mejor antídoto para el egoísmo que igual acaba un pueblo que a los seres humanos.
No perder la fé ni el deseo de trabajar en comunión, deberá ser la premisa.
Que tengan un mejor día. linabueno@yahoo.com

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